Cluber Aliaga: “El estado de emergencia es solo un paliativo, no una solución”
- José Ortega
- 20 abr
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 8 may
El exviceministro del Interior y general en retiro de la Policía Nacional, Cluber Fernando Aliaga Lodtmann, analiza la crítica situación de inseguridad ciudadana que atraviesa el país. Señala la ineficacia de las medidas actuales y plantea una reforma urgente de las instituciones encargadas de combatir el crimen.

En medio de una creciente ola de violencia, extorsiones, sicariatos y asaltos que afectan a millones de peruanos, conversamos con el doctor Cluber Aliaga, especialista en temas de seguridad ciudadana, para entender el verdadero trasfondo del problema y qué acciones deberían tomarse desde el Estado.
¿Considera que el estado de emergencia ha sido efectivo para reducir la criminalidad en Lima y otras regiones?
No. Los estados de emergencia han sido usados por años en zonas como el VRAEM y no han resuelto el problema del terrorismo. Hoy se aplican por inseguridad en distritos de Lima y provincias, pero la delincuencia sigue creciendo. Es un gesto político, una manera de decir “estamos haciendo algo”, pero no es una estrategia real. No ganamos terreno con eso, solo reaccionamos sin atacar el núcleo del problema.
¿Cómo evalúa el papel de los medios de comunicación frente a esta crisis?
Han logrado mantener el tema en la agenda pública, lo cual es positivo. Informan diariamente sobre los crímenes y eso incomoda al poder, pero es necesario. Sin embargo, los medios también tienen un rol educativo: deben recordarle a la población que tiene derecho a servicios públicos de calidad y a exigirlos. No basta con indignarse. Hay que formar una ciudadanía crítica.
¿Cómo valora las acciones del actual gobierno frente a la inseguridad?
Lamentablemente, no veo una respuesta efectiva. Esta gestión ha sido testigo del auge del crimen organizado en la capital. El solo aumentar el número de policías o militares en las calles no disuade a las bandas criminales. Ellos temen a la inteligencia operativa, no a la presencia policial. Hace falta investigación, infiltración, trabajo encubierto. Y eso se ha perdido porque se desmanteló la Policía de Investigación (PIP).
¿Cuál considera usted que es la raíz del aumento de la criminalidad en el país?
La desaparición de la PIP fue un grave error. Se sustituyó a investigadores formados en ciencias criminalísticas por fiscales sin formación técnica en investigación del delito. La reforma procesal penal de 2004 fue diseñada solo por abogados, sin considerar el componente operativo de la policía. Hoy, los delincuentes operan sin miedo, porque no hay un aparato estatal preparado para investigarlos como se debe.
¿Cree que hay alguna política o acción actual que esté funcionando?
No, no veo ninguna estrategia integral. Se invierte mucho esfuerzo, muchos recursos, pero sin resultados visibles. Tenemos más de 140 mil policías, cámaras de videovigilancia, seguridad privada, y aun así la gente se siente más insegura. Necesitamos una policía profesional, bien equipada, con vocación de servicio y un sistema de justicia que no libere delincuentes por errores procesales o corrupción.
¿Cuál es el impacto de esta situación en el plano económico?
Altísimo. Muchos comerciantes pagan cupos, suben precios para compensarlo. Otros, directamente, cierran sus negocios o se marchan del país. Y lo más preocupante: los jóvenes de barrios vulnerables, al ver que el Estado no los protege, optan por sumarse al crimen. Si el Estado no da respuesta, ellos no quieren ser víctimas, quieren estar del lado de los que tienen el control. Es una bomba social a punto de estallar.
¿Qué solución concreta propone usted frente a esta crisis?
Lo viví en carne propia cuando dirigí regiones como Lambayeque y el Callao. Seleccionamos a los mejores policías, formamos grupos especializados en inteligencia y montamos redes de informantes en barrios críticos. El resultado fue contundente: captura de sicarios, desaparición de extorsionadores. No se trata de cantidad, sino de calidad. Hay que reformar la policía, formar nuevos detectives y fortalecer las divisiones de secuestros y extorsiones. Esas son decisiones de comando, no requieren nuevas leyes, solo liderazgo y voluntad.

Finalmente, ¿Qué falta para lograr una planificación real contra la criminalidad?
Faltan líderes que entiendan cómo opera el crimen. No basta con ser general, hay que conocer el modus operandi de las bandas, saber cuándo y cómo actúan. Si las estrategias no funcionan, es porque quienes las diseñan no tienen las competencias necesarias. Necesitamos comandantes con visión, que sepan leer el terreno, y que actúen con inteligencia, no solo con fuerza.
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